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¿Se corrige el estilo?  

Posted by: Root in , ,

El corrector de estilo es como tal, una profesión que deviene del estudio de la comunicación, pero ¿Se puede realmente corregir el estilo de un periodista? ¿Está autorizada una persona para cambiar a su parecer un texto escrito por alguien más? ¿Qué parámetros son convenientes tomar en cuenta para hacer las correcciones de un texto?
A lo largo del curso de Taller de corrección de originales, si algo me ha quedado claro es que el estilo es personal y sin tener una definición exacta e imponderable, se refiere a la manera en que el periodista emplea el lenguaje para transmitir sus ideas. Es el sello personal que imprime en sus textos y que le facilita el reconocimiento de su forma de hacer su trabajo, aquello que lo identifica y diferencia de otro escritor.
Octavio Paz aseguraba que el estilo es algo que podemos adquirir imitando el de alguien más, que es ensayando la forma de escribir de quien admiremos sería una forma sencilla de adquirir un sello propio. Es verdad que tomando un molde y puliendo los aspectos que nosotros adaptemos a nuestra forma de escribir, es una manera de adquirir el estilo, pero fundamentalmente lo es la práctica.
Sin embargo, y aunque el estilo es libre y la búsqueda del mismo puede fomentar la creatividad, hay estándares inamovibles que el pretexto de escribir “a mi manera”, no es admisible. La sintaxis, la utilización correcta del léxico y la puntuación y ortografía son elementos vitales para distinguir un estilo propio y no saber redactar.
Aunque en la actualidad los textos periodísticos y literarios tengan barreras difusas y flexibles, hay características que el periodista, sea cual sea su forma de contar las cosas, no puede pasar por alto. Por ejemplo, la claridad del lenguaje, la concisión y la precisión de la información, que le impone ciertas barreras, como la brevedad de los textos.
En la búsqueda de la mejor forma de hacer llegar al lector la información, el periodista se hace de distintas herramientas para competir contra todos los demás que están diciendo lo mismo, y donde lo importante es quién lo diga primero. Por lo mismo, la primicia de la información ha derivado en la creación de estilos en donde el periodista dice mal la información.
La coherencia de un texto, la organización, el uso correcto de cada término, son elementos vitales para el buen escribir, pero en la actualidad no es el objetivo primordial.
Retomemos pues aquellos aspectos que no deben dejarse de lado cuando se adopta cualquier estilo –rasgo distintivo de los textos de un autor-. La sintaxis, o la forma en que se construye o se teje un texto son fundamentales para que el mensaje llegue correctamente al receptor. En periodismo, por ejemplo, las frases cortas siempre ayudaran más a la simplificación de ideas y por consiguiente a que sea más claro.
Si sabemos que un discurso es una macroestructura, que se compone de microestructuras que tendrían que ser los párrafos o incluso las oraciones que lo conforman, la construcción adecuada de cada una es necesaria para que el mensaje global se asimile.
Algunos consejos como usar pocas frases subordinadas, no hacer uso de complementos de tiempo al inicio de una frase o incluso darle prioridad a frases afirmativas en vez de negativas, sirven para que en la formación del estilo del autor, no se pierda la esencia del buen escribir.
Una persona que siempre redacta mal un texto, de cierta forma también impone un estilo, es su uso individual del lenguaje y el sentido que le otorga, sin embargo el que estos rasgos lo caractericen, de ninguna forma quiere decir que este bien empleado, por eso decimos que el estilo no está peleado con el saber o no redactar.
Otro aspecto a considerar antes de la obtención del estilo es el uso que se le da al léxico, la pragmática del lenguaje en la que es recomendable que el periodista use un lenguaje sencillo, con palabras comunes que acerquen a su lector al texto que le está haciendo llegar.
No se trata de ser vulgares o demasiado coloquiales, sólo de saber emplear las palabras y no adornar tanto los textos, que por querer lucirse terminen siendo incomprensibles. Entorpecer una lectura también incluye el hacer que el lector recurra a un diccionario cada renglón.
También el empleo de palabras muy grandes, como los gerundios o aquellas que terminan en –mente, hacen la lectura cansada y aunque signifique algo que distinga al autor de otro con un estilo similar, no es lo mejor para quien se acerca al texto, puede resultar tedioso y provocar que se termine abandonando el discurso.
Finalmente el uso de la puntuación y la correcta ortografía son medulares para un buen escrito. La obtención del estilo de ninguna forma es justificación de emplear mal alguna de las reglas, que si bien no establecen una forma cerrada de redactar, si son las bases necesarias para el uso correcto de la gramática.
Saber colocar el punto, la coma, punto y coma, dos puntos, guiones, etc. nos facilita la llegada del mensaje al autor, que no malinterprete nuestras ideas e incluso le imprime cierta intención a algunas ideas que podemos no poner de forma explícita pero con el uso de estos elementos poder dar a interpretar.
El estilo, es pues, el sello personal que se le da al texto cuando se escribe, pero incluso en esa libertad que tenemos de escribir en forma y fondo, existen aspectos que delimitan una buena forma de escribir, que facilitan el entendimiento y que establecen lineamientos necesarios para que un discurso cumpla su función. El buscar sobresalir entre los demás, no merece la etiqueta de hacerlo a cualquier precio.

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