TQ

Que te vaya bonito y que el viento te deje en donde tengas que estar!




¡Afortunadamente hay besos que matan!  

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Unos ojos que expresan la pasión por la academia, el gusto por el periodismo y el amor a la poesía. Lucía Rivadeneyra, una mujer que desde hace más de veinte años contagia irremediablemente la entusiasmo por la literatura y la concreción a los alumnos de Comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.


Rodeadas de carteles que anuncian conferencias, homenajes y presentaciones de libros, que delatan el gusto poético y literario, en un cubículo compartido con otra profesora, Lucía acepta seguir aquella dinámica que David Magaña aplicara con Alejandro Aura en Ver misterios en la punta de un alfiler y conscientes de la personalidad feminista y la entrega de ésta mujer, merecedora de los premios de poesía: Efraín Huerta, Elías Nandino y Enriqueta Ochoa, comienzan a salir los papeles:


AMISTAD

- Creo que es más valiosa que el amor. El amor a veces se acaba, la amistad no se acaba nunca. Adoro a mis amigos, soy de amistades muy largas, conservo algunas desde la primaria. Nos hemos dado muestras de solidaridad, que me parece muy importante. Son compañía, apoyo, calor… una delicia.


Dicen que son los hermanos que uno escoge tener.

- Exactamente, tengo entonces muchos hermanos y un buen de hermanas, me precio de ello.


AMOR

- Uy… Yo creo en el amor. He amado varias veces, he desamado también, entonces tengo las dos partes. Uno siempre busca el amor. Mueve el mundo. Es un lujo cuando uno ama, es un gozo, es un placer. Es lo que te hace sentir vivo, unose cree capaz de hacer cualquier cosa.


¿Hay amores eternos?

- En la literatura ja ja. No, el amor feliz no tiene historia, el trágico sí. Los que quedan en la memoria son los que serán eternos.


LOS JÓVENES

- Son un lujo, una esperanza, confianza, enseñanza. Yo de los jóvenes aprendo todos los días y como tengo contacto con ellos todos los días, comenzando con mi hijo que tiene 16 años, es una enseñanza contínua. Hay que escucharlos.

Yo adoro a los jóvenes, por eso los de primer semestre son de mis consentidos porque son de una frescura extraordinaria. Claro, hay otros grupos que también han sido maravillosos. Jóvenes desbordados, inquietos, gozosos, atentos.

La docencia me da la posibilidad constante del contacto con los jóvenes. Son un alimento, una vitamina, es un levantón en la vida, la sonrisa, la mirada, incluso hasta la fodonguez… uno dice ¡Ánimo!

Es algo extraordinario que yo no me plantee, que se dio y que es un lujo.


MUJER

- Soy feliz de ser mujer. Creo que empecé con el pie derecho siendolo qué bueno que se conjugaron los genes de mis papás para que yo naciera mujer jajaja. Para mi ha sido una suerte haber nacido así, lo demás ha sido por añadidura.

Lo he disfrutado muchísimo, vivo una trinchera cotidiana para defender derechos míos y de todas las de mi género, de mi gremio.

Es sinónimo de vida, de gozo, también, sólo que es una pena que haya una represión y violencia ancestral, que se siga dando la violencia en la calle, con los machines, unos que son peores que otros, pero es parte de nosotros dejarlos, no hacerles caso.

Creo que lo interesante cuando uno es mujer y te gustan los hombres es los hombres y no los machines, hay diferencias.

En mi caso ha sido gozoso ser mujer, además eso me permitió ser madre, que es la experiencia del embarazo es un privilegio. Ahí si la naturaleza nos dio la capacidad de ser madres, que no es una obligación pero si se decide, se desea, saber que se gesta una personita es un lujo en la vida. Y parir a esa personita es mágico, de verdad, para mí es una experiencia deliciosa ser madre por decisión.


MÉXICO

- México es mi patria, donde nací, donde está mi tierra, donde está el viento, mi familia… mi espacio, mi idioma, la comida mexicana… Pero también México es el dolor de la corrupción, que no es privativa de la clase política sino de la cotidiana, desde el profesor acosador sexual al taxista que altera el taxímetro, al que altera la báscula en el mercado, al que roba lo que sea… esa es la parte dolorosa.

Lo otro, el país, no tiene la culpa, el país ahí está, es generoso.


¿México duele?

- Sí, a mi me duele cotidianamente, cada vez que abro el periódico, que veo los noticieros, me duele, me duele el país porque creo que algunos si intentamos ser congruentes y vivir de manera honesta. Yo vivo de manera honesta, entonces me da coraje ver que hay gente que no se lo gana así.

Me duelen las noticias, me duele la sordera y la inmoralidad de algunos que están en el poder, pero ahí están y tenemos que mejorar todos.

¿Vale la pena luchar por México?

- Yo lucho todos los días.




Cinco preguntas era la promesa, pero… ¿nos echamos otra?

- Nos la echamos…


LOS BESOS

- Mmm… qué rico. Hay que aprender a besar, yo creo que para que uno tenga besos memorables se debe aprender a besar. Y se aprende. No todo el mundo aprende a besar y hay besos que no se olvidan jamás, no mucho, algunos… por eso son inolvidables. Hay que aprender a besar y besar cada vez que se pueda.



¿Hay besos que matan?

- Bueno… metafóricamente hablando, claro. ¡Afortunadamente hay besos que matan! y que nos acompañan siempre, por eso hablaba de los inolvidables.

Y hay otros que dan flojera ¿no? Hay gente que nunca aprende a besar y es algo que alguna vez me dejó sorprendida. Yo decía bueno, pero se aprende… pero no, hay gente que nunca aprende… ni modo, de lo que se pierden.

Caray, un beso ¡qué rico!, cómo se antoja en este momento… Haces que se me antoje un beso. Que me lo den y darlo, porque cuando es mutuo es cuando es ah… el éxtasis.

La guarida  

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Ok, ok... no soy la mejor con estos ejercicios de descripción, pero sólo por ociosidad les comparto el "dibujo" de la guarida que me resguarda desde hace unos años...


Las flores y mariposas blancas en la pared, harían pensar a cualquiera que es una recámara infantil. El contraste que hace con el azul celeste de fondo, imprimen en ella un ambiente de luz permanente.

La cama, colocada en el fondo del cuarto, individual, confortable, con una colcha siempre combinada con los colores de los muros, es el lugar de descanso de un oso de peluche con casi 7 años de antigüedad. Frente a ella, como recuerdo del único regalo paterno de quince años, está el televisor Sony que a últimas fechas poco se enciende para evitar escuchar las permanentes malas noticias.

Junto a la cama hay una gran ventana, con las cortinas casi siempre cerradas como señal de la intimidad que la ocupante siempre busca en ése, su refugio.

Frente a ese ventanal, que da al jardín de la casa, se desborda un librero, heredado de la línea materna. García Márquez, Eca de Queiroz, Juan Rulfo, Ricardo Garibay, Fernando del Paso, Ray Bradburi, son algunos nombres que se leen en los lomos de los libros que –apretados por el ya insuficiente espacio- se observan aún estando sentados en la orilla de la cama.

En contra esquina al mueble que permite tres horas de sueño al día, se ubica el desordenado escritorio en forma de escuadra que debido a la profesión de la dueña, no podía faltar. Una repisa llena de tazas que colecciona, fotografías personales, llaveros, pequeños peluches, dan el toque femenino del pedazo de madera.

En contraste, decenas de ejemplares de “El gran diario de México”, revistas de comunicación, coloridos bloques de post it y demás materiales propios de un trabajo secretarial ocupan la mitad del espacio. Arriba de él, empotrados en la pared florida, ajustados sobre un corchete, las fotografías de familiares cercanos, amigos asiduos y amores platónicos, dan cuenta del sentimentalismo cuasi cursi de quien ahí trabaja.

Tres espejos que delatan la vanidad de la dueña, el clóset lleno de ropa que ya no se usa, un bote de basura siempre lleno de papeles y la pila de cuadernos sobre un mueble de plástico –también azul-, delatan el poco tiempo que la joven tiene para ordenar esa jungla.

Un crucifijo arriba de la cama, peluches, una rosa seca en el escritorio, plumas de todos colores y la laptop que funciona 28 de 24 horas al día, son otros de los objetos comunes de este espacio de la más corriente pero menos común de las ocupantes… una loca periodista, amante solitaria y soñadora completa, que pasa los mejores minutos de sueño entre esa maraña de cosas.

Un reencuentro (diálogo)  

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- Qué raro no vernos si ambos vivimos aquí.

- Pues sí, pero tenemos horarios distintos, a veces yo ni le caigo en casa.

- Ja ja, sí, recuerdo que era de tus costumbritas.

- Mmmta… hace cuatro años que no nos vemos y vas a comenzar con los reclamos, si quieres mejor me bajo y espero al que sigue.

- Ash, no seas payaso, ya es bien tarde, o qué, ¿quieres llegar tarde a tu trabajo?

- El otro ya casi se llena, y la neta lo prefiero a estarte escuchando.

- Sí, ya sé, si ése fue siempre tu problema, nunca quieres escuchar porque no te conviene.

- Estás loca, no acabas de decir que ya cambiaste y que podemos platicar como gente adulta, lo bueno es que el mentiroso era yo.

- Me alegro no haber tenido a tu hijo.

- ¡Cállate!, con eso no te metas.

- Es la verdad, al principio creí que era una desgracia, pero bien dicen que por algo pasan las cosas.

- No, no mames Estela, no fue “por algo”, fueron tus pinches descuidos, pero ahí andabas tragando como marranito todo lo que encontrabas, si te hubieras cuidado más…

- ¿Marranito? Cierra la boca imbécil, no decías eso cuando me pedías que te la mamara verdad, o qué, ¿cómo crees que hicimos a ese niño? ¿por el espíritu santo?

- Wey, eras mi vieja, era lo mínimo que tenías que hacer. Además ya, no chingues, esas cosas ni se mencionan, ve cómo te observa la gente, y se dieron cuenta de lo pinche loca que estás.

- Me vale gorro, o qué, crees que el día que me dejaste plantada en el café donde ibas a pedir mi mano no me observó la gente, que no me veían llorar, haciendo el ridículo como idiota.

- Si te lo hubiera dicho de frente no me habrías dejado ir y…

- Cálmate wey, ni que fueras para tanto. Sí, me pudo que te largaras así después de lo que pasamos con el niño, después de haber estado juntos 11 años, pero veme, estoy mejor que nunca.

- Más amargada que nunca dirás. Por lo menos conmigo estabas bien atendida todos los días.

- Ja ja ja, ay cabrón, todos los días… que te compre ésa quien no te conozca, una vez a la semana… a la mitad y si bien me iba.

- Mira, que hueva la neta, eres una ardida.

- Mch…Quisieras rey…

- Mira, ya. Si nos vamos a ir juntos en el mismo camión mínimo déjame jetearme un rato. Desde que me casé con tu hermana no he podido dormir bien.


Dos puntos  

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Hola chavos!

El día de hoy una profesora muy querida -Lucía Rivadeneyra- que me permite asistirla en us clase, compartió un cuento que hace años había llegado a mis manos pero que tenía olvidado. Es UNA JOYA, así que quise compartirlo con ustedes, ojalá se sientan igual de inspirados a escribir... y sobre todo escribir bien.

DOS PUNTOS

Sedúceme con tus comas, con tus caricias espaciadas, tu aliento respirable y tus atrevimientos continuos; colócame el punto y coma para cambiar las caricias por largos besos y frases susurradas boca a boca. Haz un punto y seguido para desatarte de mí y contemplar mi desnudez sobre tu cama, ahora interrumpe con guiones para soltar un halago sobre mi cuerpo y su huella en el tuyo -recorrer con la mirada el talle y el hundimiento en la cintura, el ascenso en la cadera, la larga prolongación de las piernas rematadas por un pie que no resistes besar-. Embísteme sin mi rechazo y tortúrame con la altivez de tu deseo arrastrándome muy lejos (al borde del abismo entre paréntesis y sin comas por favor), ahora desenvaina tus puntos suspensivos... -maldito trío de puntos- ese espacio sin nombre no se alcanza.

Un punto y aparte para calmar el temblor de mi cuerpo y sonreírte al tiempo que me das de beber del vino espumoso en una copa. Borro mis interrogaciones. Toda una antesala para retomar tus comas y regalarme la humedad de tu boca y la suavidad de tu respiración en mis orejas, cuello, nuca, hombros; atacar con puntos y comas nuevamente para buscar con tu dedo un clítoris congestionado, pasar tu lengua entre esos labios escondidos y saborear mis secreciones -robármelas entre guiones- y atizar de nuevo en mi centro ardiente ocupándolo, sosteniendo el ascenso ¡inminente! con signos de exclamación, la eyaculación inevitable... hasta acabar con los puntos suspensivos y vaciarte todo en mí y desplomarte extenuado, aliviado y amoroso en mi cuerpo complacido.

De nuevo un punto y aparte para dormir sobre mi pecho y poner punto final al entrecomillado "acto" que en este caso es un hecho amoroso sin ningún viso de actuación.

Si estoy equivocada, felicito tu dominio de la puntuación.

Punto final.
Mónica Lavín en Retazos, México, Tava, 1995