TQ

Que te vaya bonito y que el viento te deje en donde tengas que estar!




Adiós  

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Comparto esta última carta, de la misma forma que compartí el incio de la aventura. No sé si lo sepan, pero escribir es la única forma de desahogo que conozco. Gracias a quienes lo vieron nacer, crecer y morir. Un beso.

Te desconozco y aún así te escribo. De algo deben servir cuatro años y medio de carrera, aunque sea para decir, elegantemente, adiós.

Leí “La crónica de desamor” de una amiga y tristemente asumo que no soy capaz de despedirme tan poéticamente. No sé hablar bonito cuando tengo lágrimas de dolor en los ojos y arrepentimiento en el corazón. Ignoro si existe una forma en que pueda desprenderme de todo sin lamentar lo que di y, más aún, lo que no diste.

Despedirse incluye más ingredientes que aquél flan que no sabia bien cómo preparar. Implica tener a la mano tres tazas de fortaleza, un chorrito de comprensión de algún amigo, cinco cucharadas de resignación, tres pizcas de esperanza en algo mejor y una barra de mantequilla para que resbalen los momentos complicados y algún recuerdo incómodo que se resista a derretir el tiempo.

Sería muy injusto convertir estas últimas líneas en un reclamo más. Estoy segura que no estás sentado en un laurel, pero también considero que en nada se compara lo que puedas “extrañarme”, con el golpe que sentí de repente y lo mucho que me arrancaste de tajo.

Durante un año fuiste mi amigo, mi alumno, mi maestro, mi paño de lágrimas, mi consuelo, mi motivación, mi dolor de cabeza, mi alegría, mi compañía, mi inspiración, mi “algo más”, mi suspiro… el hombre con el que compartía absolutamente todo, la persona que estaba en mi cabeza día y noche, mi preocupación constante y de la noche a la mañana me lo quitaste todo.

No perdí sólo a una persona, perdí la confianza, perdí las ganas de creer en alguien, la paciencia, la amabilidad, la alegría, las ganas de continuar con mis cosas, mi tiempo, la credibilidad de mis amigos, todo junto ¿puedes dimensionar lo que es?

Para ti es sencillo, tomaste una decisión y tengo que apegarme a ella aunque se me rompa el corazón, pero qué necesidad tengo de además de todo, además de vivir con la pérdida, además de acostumbrarme a pararme en una facultad que ya no tiene un rincón libre sin un recuerdo tuyo, además de reconocerme sin ti cuando te convertiste en mi centro… ¿Merezco también que un día seas hostil y al otro me digas que me extrañas? ¿Me gané el que un día me mandes un mensaje “lamento el fin de esto” y al otro me dejes hablando sola porque te estaban esperando? Creo que por muchos errores que yo cometiera o por mucha indiferencia que ahora puedas sentir por mi, es más de lo que debo seguir soportando.

Entiendo que por momentos sientas nostalgia de tantos momentos juntos y sientas el impulso de decir “te extraño” o de escribir “te quiero” o de poner en un mensaje “lamento que termine así”, pero yo que sí te extraño como loca, yo que sí te quise como a nadie en la vida, yo que sí lamento estar padeciendo el sentirme completamente fuera de tu vida, siento impotencia de la ligereza con la que hablas.

Es verdad, un día prometí estar ahí siempre, y quizá así es, porque no será el dolor que me causaste motivo suficiente para que tu sonrisa sarcástica se borré de mi memoria, pero definitivamente el día que decidiste volver “a lo otro” perdiste de mi esa presencia que un día pensé segura en tu vida para siempre.

No estoy segura si seré capaz de perdonar tanto engaño y tanta pérdida. No sé cómo separar nostalgia de coraje, impotencia de dolor, extrañeza de añoranza, amor de odio… pero sé que necesito desterrar de mi piel y mis sentidos cada sensación de ti, cada olor que recuerdo, cada beso, cada abrazo, cada mirada, cada sonrisa… me volvería loca si intentara guardar todo y tratara no sentir nada por ti.

¿Te quiero aún? Quisiera con el alma decir que nunca lo hice, pero de nada vale engañarme a mi misma. Te amé mucho y me entregué sin reservas. Me convertí en la sombra de lo que era con tal de ser la persona que pedías y ahora que nada pides de mi me quedé así… convertida en una sombra, triste y sola, con recuerdos y dolor, con esperanzas rotas y con tantos y tantos lamentos y recuerdos que encerrar en un baúl.

Es mucha la tristeza y quisiera olvidar, pero sé también que si me tocó conocerte, enamorarme, creerte y pasar por esto es porque alguna enseñanza debo obtener, porque vendrá alguien capaz de valorar lo que soy y que a ti te fue tan fácil desechar.
No espero ya nada de ti, quizá de menos el respeto y la consideración de la mujer que lo hubiera hecho todo y que al final nada logró. La promesa de que permitirás que continúe mi camino sin atormentarme con la esperanza de que sea quien soporte todo sin pedir nada, como lo hice siempre. No menosprecio lo que sientas, sólo sé que no se compara con lo que hoy vivo.

No te odio, ¿sabes? Aunque ahora diario lo grite frente al espejo. Siento un inmenso dolor por tu mal actuar y tu inmenso egoísmo, siento pena por que sé de la soledad que en el fondo tienes y siento vergüenza de lo mucho que pudimos manchar un amor tan grande como el que te tuve… como el que siempre te tendré.

Quiero amar el recuerdo del hombre que me hizo feliz un día, en el que confiaba, el que me sanó y prometió no hacerme daño alguno. Quiero imaginar que nada de esto pasó y despertar pensando que fuiste a un largo viaje del que regresaras dispuesto a dar, por lo menos, un abrazo de bienvenida… pero es un engaño casi tan vil como cada promesa de estar a mi lado.

Sí me arrepiento de algunas cosas… de amarte no. Quizá lamento la forma, la desmedida, la cantidad, pero al final del día es una prueba a mi misma, a mi capacidad de entrega y a saber que el día de mañana tú serás un recuerdo importante y yo seguiré mi camino con la única capacidad que no se aprende sino se cultiva: la de amar.

Adiós, mi suspiro, cuídate mucho. Deja de morder tus uñas y desvélate menos, una mente despejada te ayudaría a conocerte mejor y a escuchar tu corazón, que es el único órgano de tu cuerpo que sabe lo que quieres y al único que reprimes cuando te grita entre lágrimas.

Ruth Muñiz