Si, este de al lado es Brad Pitt, ya sé que no imaginaban que a un “ejemplar” como este alguna vez le salieran arrugas, pero sucedió… y yo sé quién es el culpable: David Fincher.

El 16 de enero se estrenó en México la adaptación cinematográfica de un cuento que se escribió hace casi 98 años: “El curioso caso de Benjamín Button”, el responsable de la historia original: Francis Scott Fitzgerald, uno de los más importantes escritores del siglo XX en los EEUU, el mismo que creó un personaje capaz de tener a los 18 años la experiencia de un hombre de 70… aunque sólo en apariencia.

El paso del tiempo por cada ser humano siempre ha resultado un misterio. Las experiencias, la madurez, el amor… son cosas ligadas a la palabra vejez, pero… ¿Y si uno tuviera la oportunidad de juntar la fuerza de la juventud con los beneficios de la edad adulta?... Tal vez el resultado sea más doloroso que el haber aprendido sin oportunidad de poner en práctica.

Benjamín es un hombre como cualquier otro que haya llegado al mundo, sólo con una diferencia: Nació con la apariencia y rasgos físicos de una persona de 80 años.

El mundo es un lugar por naturaleza cruel y hermoso, en él cabe todo tipo de milagros y excepciones, el hijo de Thomas Button es una de ellas. El miedo al futuro y al doloroso presente, llevó al personaje encarnado por Jason Flemyng a rechazar al pequeño recién nacido, y junto al dolor de haber perdido a su esposa en el parto, el temor de la apariencia del pequeño lo orilló a abandonarlo en las escaleras de un sitio de descanso para ancianos… ¿irónico? No, yo creo que afortunado.

Con Nueva Orleáns como escenario, el también director de “Alien 3”, “India Jones y el templo maldito” y “La habitación del pánico”, logra hacer de la mancuerna de Cate Blanchett y Brad Pitt una promesa en pantalla de una historia inolvidable.

La historia oscila entre el relato de Daisy, la heroína del film, postrada en una cama a punto de morir de vejez, y el relato de Benjamín, quien comienza diciendo “Nací bajo circunstancias poco usuales” y tenía toda la razón.

Irremplazables son las cosas que perdemos con la edad, pero absolutamente necesario el aprendizaje que esto conlleva.

Benjamín creció junto a personas que estaban en el ocaso de su vida, y aunque lucían como él: viejos, adoloridos, acabados…, le dejaron huellas imborrables, aunque ninguno permaneció con él demasiado tiempo, sólo el suficiente.

“Posees cosas por cierto tiempo, después debes aceptar el hecho de que desaparezcan”, es la idea que debemos rescatar de la vida de este hombre que amó a una mujer más joven que él, que fue educado por gente que creía haber cumplido su misión y rescatado por la única mujer que sabía cómo lidiar con la muerte.