TQ

Que te vaya bonito y que el viento te deje en donde tengas que estar!




De Vallarta aprendí...  

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Dicen que una tarde junto a la playa es un momento de reflexión y de paz… así es. No hay plazo que no se cumpla ni fecha que no se llegue y ese tan ansiado y planeado viaje, terminó. Por supuesto, nada salió como lo pensé… y ¡qué bueno!

Mi deformación académica y mi vicio literario, me obligan a escribir al respecto. Tantos mensajes facebookeanos sólo son el índice de lo significativo que ha sido este viaje para todos. Aprendí tanto en tan pocos días, vi tantas cosas, escuché tantas otras y si las paredes de ese hotel y el cielo vallartense hablaran, tendrían todo que decir.

Quizá no soy buena para hacer crónicas, pero me parece que nada se cuenta igual si no se detalla empezando por el inicio y poniéndole punto con el final. Pero es difícil decir cuál fue el inicio, si el momento de escoger el destino, la preparación a él, los planes frustrados, el llanto previo, la noche en vela, las más de 18 horas de viaje, camiones descompuestos, paradas inútiles y las mejores amigas del mundo. Todo digno de remembrar.

Desde el primer momento, con cada hora de sueño, con mensajes nocturnos que me aseguraban que al menos mi nombre le había cruzado por la cabeza, con llamadas de preocupación de mis familiares, con la certeza de que a pesar de todo tenía que vivir lo que se me presentara con la intensidad que, de sí, me caracteriza, me di cuenta de lo rápido que se van las cosas buenas y de lo inútil que resulta atarse a las malas.

Aprendí que dormir temprano cuando tus amigas se embriagan y cantan no es la solución para dejar de lado la preocupación de un labio roto, alguna puede perderse y obligarte a despertar a todos a las cuatro de la madrugada… cual agente de la interpol; me di cuenta que llorar en un balcón, cuando todos duermen, cuando el sol se asoma en la playa, cuando tus amigas tienen crudas morales por confesiones inoportunas, no es la manera correcta de zafarse de los problemas.

Supe que una noche de antro, baile en tacones que de antemano sabía me matarían, gritar a todo pulmón “Con todos menos conmigo” junto a media generación peda, juegos bruscos en la alberca, propuestas indecorosas, “toques” inesperados y cinismo nadando con nosotros, es un remedio mágico para corazones que viajan rotos a Vallarta.

Me llegó la certeza de lo paliativo que son las sonrisas compartidas, los bailes sexys, lo inadecuado de noches locas, lo poco confiables que son los hombres “de una noche”, cuánto pulula la infidelidad y el descaro, todo lo que puede hacer una bebida que tiene vodka, tequila, ron, mezcal y un mensaje de “ese” individuo.

Mi cabeza apenas logra asimilar que después de comida y bebida gratis, trajes de baño a medio secar, recámara compartida entre cinco, playa, arena, noches con frio, barra libre en tres lugares distintos de un mismo hotel, hamburguesas a las dos de la mañana, helado de chicle y de mandarina, “don ipod”, canciones de dolor,que las "dark" bailen y canten con Espinoza Paz y Bronco, mentadas de madre a los quereres de mis amigas, la cercanía de una mujer que significó la gota que derramó “nuestro” vaso, no impidieron que riera a borbotones… aunque también supe que ibas conmigo en un compartimiento de la maleta y con tu foto en la cartera.

Aprendí que por más fotografías con una sonrisa de oreja a oreja, baños con agua caliente, besos inesperados, cantar con un trío mientras se come Filete de Robalo empanizado, encontrarse al mismo taxista dos veces en dos horas, vestidos cortos, noches mexicanas, parrilladas en la playa, tours de antros, kilómetros de distancia entre ambos, lo único que realmente me separaba del amor en un Puerto tan hermoso es la desconfianza y la indecisión. Entendí que puedo vivir la vida sin él, aunque sienta que aún tienes un pequeño pedazo de mi pasado. Supe que la celebración del fin de una etapa como la Universidad es mucho más que el inicio de una vida nueva.

Puerto Vallarta me deja la certeza de que hay días en que soy muy feliz, por más partido que tenga el corazón, que mis amigas son un tesoro invaluable y que hay algunas que sacan el cobre rápido, rápido; que el egoísmo sí está a la vuelta de la esquina y que también puedes encontrar a una amiga al final del camino, que demuestra con cariño y solidaridad que puede ganarse un lugar en nuestras vidas.

Que increiblemente mágico es viajar con amigos, emborracharse con ellos, echarse palomazos de dolor, pagar apuestas, pasear por un malecón que nos da la oportunidad de tomar mil fotos, pagar 80 pesos de cover y 50 de taxi sólo para llevar a dos amigas necias y pedas a su noche de antro, lo que hacen 6 fondos en media hora y un amancer en la playa... aunque estes dormida en un camastro.

Definitivamente Vallarta me cambió, escribió en mí la página de un nuevo comienzo, de una nueva oportunidad y la seguridad de que pese a lo “chistosa” que les parezca a mis amigas, lo sobreprotectora que sea, lo sentimental y parecida a un oso cursi con un tarro de miel y un suéter rojo, merezco ser inmensamente feliz y lo haré, con todas las ganas de que hoy sea un nuevo comienzo.

¡Gracias a todos!

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